Los paquetes promocionales pueden ayudarte a llenar habitaciones en fechas flojas, incentivar reservas anticipadas o atraer a perfiles de huéspedes que quizá no estaban considerando tu hotel. Pero no cualquier oferta funciona, y mucho menos si se arma a las apuradas o copiando lo que hacen otros.
No se trata de sumar cosas por sumar, ni de regalar noches que después te van a costar caro. La clave está en armar propuestas que tengan sentido para tu huésped, que puedas aplicar sin complicar al equipo y que realmente aporten valor, tanto a quien compra como a quien opera el hotel.
En este artículo vamos a repasar algunos puntos esenciales para que tus paquetes no solo se vean bien, sino que funcionen y aporten beneficios para ti también.
Claves para diseñar paquetes que funcionen (y que tu hotel pueda sostener)
Conoce bien a quién te diriges
No hace falta diseñar una oferta para todo el mundo. Con tener claro a quién quieres atraer, ya puedes empezar a pensar qué valoran, qué buscan y qué podrías ofrecer sin salirte de lo que tu hotel puede dar.
¿Te visitan muchas parejas que se escapan un fin de semana? Quizá un paquete con desayuno tardío, una botella de vino o una mejora de habitación sea más atractivo que un descuento. ¿Recibes viajeros de trabajo? Tal vez prefieran media pensión, estacionamiento y check-out extendido.
Un paquete es útil cuando responde a una necesidad real. Lo demás es relleno.
Hazlo fácil de entender
Parece obvio, pero se pasa por alto más seguido de lo que crees. A veces, el paquete suena interesante pero está mal explicado, tiene condiciones innecesarias o está redactado como si fuera un contrato.
El huésped tiene que ver el paquete y entender de inmediato qué incluye, cuánto cuesta y por qué le conviene. Si necesita llamar para preguntar, probablemente no lo reserve.
Y si además puedes darle un nombre con un poco de personalidad, mucho mejor. Pero lo más importante es que la propuesta esté clara desde el primer momento. Eso hace que la decisión de reservar sea mucho más rápida y natural.
Suma extras que no te cuesten tanto
Uno de los errores más comunes al armar un paquete es pensar que tiene que incluir cosas caras o descuentos grandes. Pero muchas veces, lo que más valora el huésped son los gestos simples. Extras que no alteran tus costos, pero sí la percepción del servicio.
Puedes ofrecer:
- Check-in temprano o check-out extendido
- Una bebida o snack de bienvenida
- Una mejora de habitación si hay disponibilidad
- Prioridad en la elección de cama o ubicación
- Un desayuno incluido, aunque sea parcial
No es regalar por regalar. Es usar lo que ya tienes a tu favor, aprovechando lo que a veces queda sin usar o no tiene costo real si se gestiona bien. A cambio, el paquete se vuelve más atractivo sin dañar tus márgenes.
Aliarte con negocios locales es una jugada inteligente
En lugar de cargar con todo, puedes sumar valor aliándote con otros. Un restaurante, una cafetería, un centro de actividades o incluso un transporte privado pueden ser parte del paquete sin que eso implique un gasto directo para tu hotel.
Imagina una escapada que incluya una cena en un lugar cercano, una clase de cocina típica o una entrada a una atracción local. El huésped percibe una experiencia completa y tú te posicionas como parte del destino, no solo como alojamiento.
Además, este tipo de alianzas suele generar retorno para ambos. Vos ganás una propuesta más completa y tu aliado gana visibilidad y clientes nuevos.
Aprovecha tu calendario para crear momentos
No todos los paquetes tienen que estar activos todo el año. De hecho, algunos funcionan mejor cuando se presentan como oportunidades específicas: una escapada de invierno, una promo para feriados largos, un paquete romántico para una fecha puntual.
También puedes usar los huecos de ocupación a tu favor. Si ves que tienes varias noches sueltas en la semana, arma una promoción para estancias largas o un 3×2. Si hay cancelaciones de último minuto, activa un paquete flash con beneficios simples.
La idea no es llenar por llenar, sino mover habitaciones con lógica. Ajustar la propuesta al momento, al tipo de huésped que viaja en esas fechas y al objetivo de ocupación que quieres lograr.
Mide lo que funciona y ajústalo sin miedo
No todos los paquetes van a funcionar bien desde el primer intento. Y eso está bien. Lo importante es observar cómo reaccionan los huéspedes: ¿el paquete se reserva?, ¿llaman a preguntar pero no lo concretan?, ¿lo eligen pero nunca usan lo que incluye?
Si algo no funciona, no lo fuerces. Cambia el enfoque, simplifica la propuesta o prueba con otro tipo de beneficio. A veces, un ajuste pequeño en la redacción o en el precio puede marcar la diferencia. Y si el paquete funciona, revisa qué lo hizo atractivo. Eso te va a dar pistas para replicarlo o adaptarlo a otras fechas.
Medir no es complicarse con datos técnicos. Es simplemente prestar atención y estar dispuesto a modificar lo necesario para que la propuesta tenga sentido, tanto para quien la compra como para quien la ofrece.
Ponle personalidad: un nombre y una idea, no solo una oferta
Un paquete no tiene que ser solo una lista de cosas. Si logras contar una pequeña historia o presentar una idea con identidad, ya te estás diferenciando. No es lo mismo “Paquete invierno con cena incluida” que “Dos noches cálidas para no querer salir”, aunque incluyan lo mismo.
Un nombre sugerente, un tono coherente con tu marca, una descripción breve que pinte una escena, todo eso ayuda a que el paquete no sea uno más. No necesitas ser creativo a la fuerza, solo salir un poco de lo obvio.
A veces, basta con pensar cómo le contarías ese paquete a un amigo. Si suena bien así, probablemente también conecte con quien lo ve en tu web o redes.
No es sumar por sumar, es proponer con intención
Crear un buen paquete no tiene que ser complicado, pero sí requiere pensar con claridad. A quién va dirigido, qué valor tiene, cómo lo comunicas y si realmente lo puedes ofrecer sin que complique tu operación.
No es cuestión de llenar de extras ni de bajar los precios. Es cuestión de mirar con atención qué busca tu huésped y cómo puedes responder a eso sin perder el equilibrio. Cuando el paquete está bien pensado, se vende con más facilidad y genera mejores experiencias. Y eso, a la larga, es lo que más pesa.